miércoles, 6 de mayo de 2015

Las fotos de Rebeca y... cierta tristeza

Era una de aquellas mañanas soleadas pero tristes.

Tras llegar al lugar de coworking en Legazpi, decidí ir a por algo a una tienda de ultramarinos (llámese chino) en las proximidades y, finalmente, compré una malta. Al guardar el cambio descubrí que tenía 5 euros que podría haber empleado en lugar de los 20 euros que acababa de sacar en un cajero del Santander.

De vuelta al tajo, procrastinaba sin descanso aquí y allá, en páginas de Medialab-Prado sobre la convocatoria de Visualizar'15, inscribiéndome en el grupo de trabajo sobre mapas para guifi.net que habían propuesto Àl Cano y Josep Jordana y...

De pronto quise verla una vez más. Entré a Facebook con mi cuenta personal aún en la sesión del navegador dedicada al trabajo y busqué su nombre. «Rebeca Poyatos». Sólo encontraba a una mujer isleña y a otra chica sudamericana. Me acordé: «Rebe Poyatos». Empecé a teclear y me salió un amigo común: «Javier Jimenez Valero». ¿Cuánto tiempo hacía que no veía aunque fuera de lejos a Javier? ¿Y a Rebeca? Las fotos con privacidad pública mostraban a Receba en Peñafiel (a juzgar por los comentarios) y, en el siguiente set, a Rebeca con Laura (aquella Laura que en los años de colegio era de las chicas más raras y que en las fotos lucía unas prendas caras, finas y elegantes, como el resto de personas que aparecían), Javier, Anita van Rooy y Sofía, entre otras personas.

Y me inundó un profundo sentir de impotencia y de anhelo, de impotencia por no tener algo, de anhelar algo que quizás nunca tuve.

Durante mis años en el Mirabal nunca fui popular. Nunca. Bueno, matizaré. Durante mis años en el Mirabal nunca fui popular en un sentido positivo: que si había gritado a tal o cual profe, que si había meado en la papelera porque no me dejaban ir al servicio... Pertenecía al grupo de los apestados y, por eso, en 3º de EGB no tuve ningún problema en decir que sí cuando los profesores me propusieron un cambio del grupo B al grupo E. Perdía un montón de relaciones sociales pero ganaba la libertad de labrarme un nuevo estatus social en aquel nuevo grupo, fundamentalmente formado por alumnos y alumnas provinientes de otros colegios (St Michaels y otros que ahora no recuerdo).

El sentimiento de anhelo de pertenecer a algo que seguramente es más el resultado de un trauma infantil-juvenil-adolescente no resuelto que una realidad palpable.

Cuando estaba en aquel colegio, el Mirabal, siempre me veía a mi mismo como alguien ajeno a todo aquel mundo de postureo (la práctica ya era común entre los alumnos de aquel colegio a principios-mediados de los años 90 aunque el término aún no hubiera sido acuñado... o sí, qué más dará).

Odiaba a rabiar las superproducciones estadounidenses (americanas solían decir allí) y amaba con locura el cine español de aquellos años, del bueno, claro, que sabiamente mi hermana me iba dosificando); odiaba a rabiar los programas de reality que empezaban a inundar la televisión y amaba con locura los concursos en los que se premiaba la inteligencia y la sapiencia antes que la temeridad y la osadía gratuitas.

Total, que no tenía tema de conversación con mis compañer@s de clase. Y eso me convirtió en un marginal, marginado... en un margi.

Siendo un margi casi cualquiera estaba por encima de mí y, sin embargo, alguna de la gente que ahora veo tan bien relacionada (y tan bien vestida) en esas fotos del perfil de Rebeca, eran también margis...

¿Cómo habrán logrado trascender su condición? ¿Les habrá costado tanto que ahora la defenderán más que los nativos de su nueva condición? ¿Quizás nunca fueron de aquella baja condición, sino que estaban allí de paso, de prácticas y/o experimentación? ¿Quizás nunca fueron margis? O... ¿y si realmente ahora tampoco es oro todo lo que reluce?

No, no es que quiera sacar mierda o trapos sucios ajenos, sino que necesito pensar mi historia para saber quién soy y a dónde voy... por eso pretendo mirar un rato atrás y analizar. Si molesto a alguien, que se ponga en contacto conmigo y lo hablamos, que será un placer.

En serio, ojalá ahora les vaya muy bien.

En fin, ahora me encuentro con un sentimiento... Como si todo eso que yo idealizo en mi cabeza fuera posible y como si, con un chasquido de dedos de alguna persona mágica, poderosa, el curso de todos esos y estos años pudiera cambiarse.

Lo que ocurre es, como siempre, que me jode que a gente con la que compartí tantos momentos ahora les vaya tan bien y a mi no, aquí encerrado en un maldito espacio de coworking y sin curro, grupo de amig@s ni compañera.

Un saludo, audaces.
A.

Tech: Cosas que hacerle a una página web que mantienes (institucional o muy grande i tot alló)

 Cosas que le puedes hacer: Estandarizar los colores   Homogeneizar las fuentes Una para el contenido Otra para los enlaces (y así te evitas...