lunes, 2 de octubre de 2017

Cuidado, ya está aquí la tercera guerra mundial

Así sonaba aquélla canción, desconocida para mis compañeros de granja escuela, quizás tenía 9 o 10 años, cuando me eliminaron por no ocupar una silla a tiempo.

Conocía la canción, la había escuchado en casa y tenía ese significado indescriptible para mí entonces pero venía aparejado a la alegría en el hogar.

Fue entonces cuando decidí renunciar a mi mundo infantil y, anticipándome a posibles futuras adolescencias como las que había vivido años atrás, decidí afrontar aquello como si de un duelo se tratara, negociando ya por fin con un poder superior, en este caso los adultos, con mis padres como representantes.

De aquella manera, yo renunciaría a mi derecho a tener infancia y también a mi supuesta hiperactividad y en cambio adoptaría sus costumbres y ganaría su protección.

Me da que ahora estoy haciendo lo mismo.

Me da que llevo toda la vida aceptando contra mi voluntad un chantaje en el que renuncio a mi voluntad a cambio de obtener el favor de mis relaciones.

Una suerte de relación de vasallaje vil y enrevesada que echa por tierra la consideración de conocidx, amigx o pareja (por poner ejemplos, que relaciones supongo que hay de muchos tipos).

Ostia! Tengo material para varios meses.

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