lunes, 2 de octubre de 2017

Rendición

Heredar toda esta melancolía, aceptar un armisticio vencido y, humillándome, adoptar su historia y sus costumbres, su pesadumbre triste al caminar, su ideario frustrado, su derrota.

Así, como quien quiere hacerse mayor, dejé de ser niño, me entregué a esa conciencia de adultos que me venía grande, de la cual fui defensor a ultranza, primero frente a niños, los de mi edad, y más tarde frente a otros adultos que iba viendo como contrarios, "los vencedores".

En mi aceptar el fin de las hostilidades, asimilación a sus costumbres a cambio, heredé todo un imaginario.

Cierto es que años más tarde me permitió entender sus emociones.

Sin embargo, aún me pregunto cuáles son las mías, si serían parecidas o distintas.

Me da miedo renunciar a todo eso. Sobre todo porque no sé cómo hacerlo. No quiero lavarme o borrarme el cerebro y, creo, no es la manera; mis recuerdos, mi historia (de vida) están tan in-asociados a ese imaginario, que me resulta hasta traumático solo imaginarlo.

Si no es renunciar a todo eso, sí que hay cosas que criticar activamente, que supongo que es mi papel en todos estos años, por aquello de que hay muchos pajaritos que señores como Sabina o Serrat han metido en mi cabeza, como en la de tanta gente.

Sí, Serrat ha cantado a Benedetti, por ejemplo, pero ha omitido buena parte de las estrofas importantes, de manera que ha cumplido con expediente de cara a quien aún no ha leído al menos los poemas de las canciones (periodistas, editores, sgaeros y otra gente de derecha) y, sin embargo, difunde versiones descafeinadas de los poemas, en una especie de dirigismo cultural, ideológico.

Sobre Sabina... Invito a escuchar su primer disco.

Y tantos otros...

Cuidado, ya está aquí la tercera guerra mundial

Así sonaba aquélla canción, desconocida para mis compañeros de granja escuela, quizás tenía 9 o 10 años, cuando me eliminaron por no ocupar una silla a tiempo.

Conocía la canción, la había escuchado en casa y tenía ese significado indescriptible para mí entonces pero venía aparejado a la alegría en el hogar.

Fue entonces cuando decidí renunciar a mi mundo infantil y, anticipándome a posibles futuras adolescencias como las que había vivido años atrás, decidí afrontar aquello como si de un duelo se tratara, negociando ya por fin con un poder superior, en este caso los adultos, con mis padres como representantes.

De aquella manera, yo renunciaría a mi derecho a tener infancia y también a mi supuesta hiperactividad y en cambio adoptaría sus costumbres y ganaría su protección.

Me da que ahora estoy haciendo lo mismo.

Me da que llevo toda la vida aceptando contra mi voluntad un chantaje en el que renuncio a mi voluntad a cambio de obtener el favor de mis relaciones.

Una suerte de relación de vasallaje vil y enrevesada que echa por tierra la consideración de conocidx, amigx o pareja (por poner ejemplos, que relaciones supongo que hay de muchos tipos).

Ostia! Tengo material para varios meses.

Yo tenía...

Yo tenía un padre, una madre y una hermana.
Yo tenía una madre, un padre y una hermana.
Yo tenía una madre, una hermana y un padre.
Yo tenía una madre, otra madre y un hijo.
Yo tenía una madre. Con su marido, mi hijo. También tenía otra madre, mi hermana.

Mi madre recién murió; su marido, mi padre, casi: está muerto en vida.
Mi hermana, hará 12 o 13 años, siguió siendo madre, pero su casa ya no estaba abierta; cambió de pareja y su casa ya no fue más casa compartida. Hace cuatro años empezó a tener a Nahia y, hace dos, a Vera. Antes se hizo también técnica en prevención de riegos laborales, maestra en infantil y maestra en primaria.

Ahora me acuerdo de mi madre primera. Me acuerdo de que compartíamos mucho tiempo, de que habíamos frente común buscando a mi padre, llamándole por teléfono pasada una hora de la comida a ver si se acordaba de que tenía una familia. Incluso recuerdo que me pedía que pasara tiempo con él para que no se perdiera. También recuerdo cómo ella decía que "su" olor corporal (el de mi padre) había cambiado, con aquella expresión facial de que le resultaba ajeno.

Yo, como bien hijo, decidí ser la pareja sentimental de mi madre. Manteníamos conversaciones interesantísimas; nos podíamos quedar esperando a mi padre hasta las tres de la mañana conversando o viendo la tele. También compartíamos los desayunos y nos animábamos con recetas nuevas que pillábamos por internet para apañar algo con lo que había en el frigo. Aquellas tardes haciendo crucigramas, columnas movedizas, cábalas libertarias (acabando "Cábala" tras "Cábala", si no algún Quiz).

Ahora que trato de tener una relación de pareja me doy cuenta de lo mucho que extraño a mi madre.
También me doy cuenta de los roles que he aprendido al desempeñaría y asumirlos, tan difíciles, y me gustaría deshacer todo esto.
Claro está, también me gustaría desmorir a mi madre... para tener otro tipo de relación con ella, para que ella y él tuvieran su relación y yo no tuviera que suplantar a nadie, hacer de quien ni era ni quiero ser.

Fueron años muy raros los que vinieron tras el inicio de los ERE masivos en su empresa y la prejubilación de mi madre... y después la de mi padre.

Ojalá hubieran sido diferentes.

Yo, también.

Tech: Cosas que hacerle a una página web que mantienes (institucional o muy grande i tot alló)

 Cosas que le puedes hacer: Estandarizar los colores   Homogeneizar las fuentes Una para el contenido Otra para los enlaces (y así te evitas...