Los vampiros nos evocan seres que pertenecen a la mitología.
Sin embargo, es probable que realmente existieran.
La explicación de su existencia sería sencilla:
Los vampiros habrían comenzado siendo personas que habían sido colonizadas por una o más garrapatas u otros parásitos similares.
En ese principio, las garrapatas absorberían los nutrientes de aquello que ingirieran, por lo que estas personas quedarían débiles, cada vez más consumidas; de ahí su aspecto mortecino.
Con el tiempo y la progresiva degradación, estas personas irían dejando de dormir por la noche, como suele ocurrir con aquellas personas que en nuestros días tienen alguna garrapata, quedándoles el día para dormir.
Esto acentuaría aún más su aspecto mortecino y sus rutinas antisociales.
En cuanto a la sangre que estas personas chuparían, se debería simplemente al hecho de que llegado un punto no podrían absorber nutrientes de la comida y tendrían que beber sangre directamente.
En lo que respecta al ajo, es conocido en los últimos tiempos (por fin) el poder curativo, antibiótico y antiséptico del ajo (doy fe).
Al tratar de hacer comer ajo a estas personas en semejante estado tan sumamente avanzado de deterioro de salud, seguramente morirían porque su organismo ya no tendría capacidad para regenerarse y luchar contra los parásitos (véase, garrapatas) ni las numerosas enfermedades que conllevan.
El asunto de la luz lo he podido experimentar en mis carnes; la fotofobia es común entre las personas con parásitos de diversa índole. Esto apoyaría la tendencia a la actividad nocturna y el sueño diurno en estas personas.
Por último, en lo que toca a la inmortalidad, seguramente se tratara simplemente de una longevidad atípicamente prolongada para la época, probablemente debida a las numerosas horas de sueño, la tendencia al sueño diurno. Además, algunos parásitos detienen (relativamente) el crecimiento del cuerpo humano, algo que también he podido comprobar.
En definitiva: los vampiros habrían sido personas con parásitos tipo garrapatas y/o tipo intestinales, cuya afección o afecciones les habrían llevado a un «estilo» de vida muy característico.
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