sábado, 10 de marzo de 2018

Internet y la WWW a medidados de los 90: cuando éramos cobayas... por amor al arte

A mediados de los 90, sobre el año 95 o 96, much*s jóvenes accedimos a la Internet por primera vez y vimos como algo normal pedir un espacio web en nuestro proveedor de acceso a Internet -nuestro ISP-, para hacer una «página personal».

¡Qué bonito! ¡Qué bellas aquellas páginas web personales atiborradas de lo peorcito de las prácticas que en aquellos años -y hoy más que nunca antes- promovían las empresas que forzaron la comercialización de Internet a principios de esos años 90.

Hacíamos nuestras webs con marquees para mostrar contenido que se movía horizontalmente y metíamos midis con bgsound. Ambas solo funcionaban con IE.

Lo que me produce muuuuucha preocupación es cómo aquello del espacio web de nuestros ISPs que pensábamos que era un valor añadido, pronto dejó de tener valor. ¿Por qué fue? Veamos, en aquellos años el acceso a Internet seguía siendo minoritario. Se había aprobado la transición de la Internet académico-científica, de la segunda época, a la Internet comercial de la tercera época, a principios de los 90. Esta Internet menos democrática y más capitalista daría como resultado un tremendo horror vacui repleto de basura, engaños y timos.

En ese escenario previo al inicio del declive de Internet como plataforma de información fidedigna nos encontrábamos algun*s jóvenes que entrábamos por primera vez a aquí con muchas ganas de crear, como si fuera la parte de atrás de la puerta del servicio.

Creábamos gratis, copiábamos códigos espagueti de aquí y de allá y desconociendo su significado y funcionamiento, los combinábamos para hacer páginas generalmente horrendas, de manera muy parecida a como ha llegado a ser la Internet actual.

En aquellos años esto lo hacíamos de gratis y por amor al arte. Aquellas empresas que querían cultuivar aquello, montaban viveros de webs como Geocities, para promover una actitud de rellenar con confeti cualquier hueco que Gopher, FTP u otras formas de entender la Internet habían dejado.

Hoy en día también se permite, como este mismo mísero blog. Antes creábamos webs para que las empresas de 10 años después utilizaran lo peor de aquello para hacernos sus fieles clientes. Ahora escribimos historias y pensamientos para que las empresas de dentro de 5 años desarrollen robots que hablen, piensen y actúen como nosotr*s; para que los análisis del discurso los hagan las empresas privadas más salvajes y en 4 o 5 años nos metan en la cárcel de manera automatizada cuando escribamos un correo o un twit inadecuado...

En fin, ¡vaya monstruo que hemos creado! ¡Y sigue creciendo!

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