domingo, 25 de octubre de 2015

Llevo unas pintas modernas pero mi corazón es viejuno y realmente no lo puedo esconder

De la unión entre esta canción:

y esta otra:


he recuperado una sensación que se había manifestado en pocas pero importantes ocasiones desde el momento de los hechos.

Si conseguimos retrotraernos a la fiesta del primer aniversario del periódico Diagonal, que se celebró en el parque de las Vistillas y que contó con Desechos como grupo en su programación, seguramente estaremos en buena situación.

Por aquel tiempo podía elegir y, como podía hacerlo, hice algo que hoy, más de 9 años después, aún estoy tratando de encajar.

C. y yo nos veníamos liando las últimas semanas en casa de mi hermana. (C. era una compañera de piso de mi hermana, al igual que M. e I.). Tras el concierto, yo quería más marcha, pero C. me pidió que nos volviéramos a casa y yo, delante de mi hermana y de todo el grupo, le dije a C. que me estaba sintiendo como un objeto sexual y que, por favor, se cortara un poco.

Entonces me sentí como un auténtico imbécil. Hoy, todavía recuerdo esa sensación. Creo que esa sensación me lleva 9 años impidiendo mantener cualquier tipo de relación afectiva, salvo alguna excepción que no ha hecho sino confirmar la «regla».

Peor que aquella sensación es darme por fin cuenta,. a pesar de mi discurso (verbal, no verbal, en mi apariencia, en mis manos, en mi cara, etc etc etc) progre, moderno o... (quizás tendría que preguntarme qué discurso quiero tener a estas alturas).

Peor que todo aquello es darme cuenta, pese a mi discurso moderno y «progre», que soy un anticuado, posesivo y quizás hasta machista... y manipulador. Por reconocer fallos que no sea. Quiero que sea el principio de un cambio. Así que ahí quedan, fijados (en la medida en que son perennes los bits sin electricidad) para que no se me olvide.

Venga, otro pasito de esta tortuga con ceguera.

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