Jueves, 15 de octubre de 2015. Cerca de la una de la madrugada.
Dicen que de aquellos polvos, estos lodos.
Y es que acabo de ver, por fin, entera, la película «Asignatura pendiente».
Me ha gustado la trama personal entre José y Elena, por aquello de que la adolescencia parece que todavía está «en camino» o «en transcurso».
También me ha resultado interesante la ambientación histórica alrededor de ese momento que es la muerte de Franco y, sobre todo, la reflexión a modo de dedicatoria que aparece en texto al finalizar la película. en cierta parte del texto, además de citar a personajes reales y de ficción, dedica la película a esa generación que llegó tarde a todo: a la política, al cine, al sexo, al amor...
Y decía que de «de aquellos polvos, estos lodos» porque quizás es cierto aquello de que la generación de uno lo que tiene que hacer es sobreponerse a las frustraciones heredadas de sus padres/madres y superarlas.
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Ahora entiendo por qué un lavavajillas, de tenerlo, tiene que durar 30 años sí o sí, a pesar de que quizás sea malo y un uso normal lo estropee enseguida.
Es decir, ese gusto por cuidar las cosas y arreglarlas si es preciso. Porque lo fácil es empezar de cero si se cuenta con los medios. Pero, si no se tienen, bien vale arreglarlas, una, y cien veces si es preciso.
Ahora me tildaré de reformista y dejaré que mis antiguos compañeros de militancia me corten la yugular por renunciar a los postulados máximos de, por qué no decirlo, cierto anarquismo, que no todo, que dictan que no sirve de nada reformar puesto que se heredan los males de aquello que se somete a reforma.
Pues bien, si reciclar también es una manera de reformar, que los acusen a todos de herejes contra su fé.
Por otro lado, cierto es que en estos últimos quince años he ido llenando la casa de mis progenitores de más y más trastos «informáticos»; primero fue mi habitación pero, como representaban un peligro para mi correcto descanso nocturno, fueron acertadamente trasladados a la habitación contigua que, en otro tiempo, fue de mi hermana.
La verdad es que ayer me di cuenta de que, dado que se supone que llevo año y medio viviendo en Villaverde, quizás debería trasladar los cacharros a otro lugar más adecuado que la habitación originalmente de mi hermana, ahora ocupada por un par de routers que siempre guiñan sus lucecillas y una impresora láser que si es grande, más ruidosa es aún, aunque eficiente, eso sí.
En fin, creo que por ahora ya hay mucho dicho.
Dicen que de aquellos polvos, estos lodos.
Y es que acabo de ver, por fin, entera, la película «Asignatura pendiente».
Me ha gustado la trama personal entre José y Elena, por aquello de que la adolescencia parece que todavía está «en camino» o «en transcurso».
También me ha resultado interesante la ambientación histórica alrededor de ese momento que es la muerte de Franco y, sobre todo, la reflexión a modo de dedicatoria que aparece en texto al finalizar la película. en cierta parte del texto, además de citar a personajes reales y de ficción, dedica la película a esa generación que llegó tarde a todo: a la política, al cine, al sexo, al amor...
Y decía que de «de aquellos polvos, estos lodos» porque quizás es cierto aquello de que la generación de uno lo que tiene que hacer es sobreponerse a las frustraciones heredadas de sus padres/madres y superarlas.
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Ahora entiendo por qué un lavavajillas, de tenerlo, tiene que durar 30 años sí o sí, a pesar de que quizás sea malo y un uso normal lo estropee enseguida.
Es decir, ese gusto por cuidar las cosas y arreglarlas si es preciso. Porque lo fácil es empezar de cero si se cuenta con los medios. Pero, si no se tienen, bien vale arreglarlas, una, y cien veces si es preciso.
Ahora me tildaré de reformista y dejaré que mis antiguos compañeros de militancia me corten la yugular por renunciar a los postulados máximos de, por qué no decirlo, cierto anarquismo, que no todo, que dictan que no sirve de nada reformar puesto que se heredan los males de aquello que se somete a reforma.
Pues bien, si reciclar también es una manera de reformar, que los acusen a todos de herejes contra su fé.
Por otro lado, cierto es que en estos últimos quince años he ido llenando la casa de mis progenitores de más y más trastos «informáticos»; primero fue mi habitación pero, como representaban un peligro para mi correcto descanso nocturno, fueron acertadamente trasladados a la habitación contigua que, en otro tiempo, fue de mi hermana.
La verdad es que ayer me di cuenta de que, dado que se supone que llevo año y medio viviendo en Villaverde, quizás debería trasladar los cacharros a otro lugar más adecuado que la habitación originalmente de mi hermana, ahora ocupada por un par de routers que siempre guiñan sus lucecillas y una impresora láser que si es grande, más ruidosa es aún, aunque eficiente, eso sí.
En fin, creo que por ahora ya hay mucho dicho.
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